domingo, 25 de enero de 2015

EL IMPERIO "LOW-COST"

La mayoría de las grandes marcas del sector del automóvil tienen en su propiedad marcas de coches de menor calidad y precio, llamados coches de "low-cost". Un ejemplo serían Fiat y Seat, o Renault y Dacia. Estas marcas eran compradas para poder vender coches y tener ganancias en países donde la renta de los habitantes es menor, como en Europa del Este, pero a pesar de ello han obtenido tal éxito que actualmente los puedes encontrar en cualquier calle de una capital europea. Por culpa de la crisis, la renta de muchas personas ha bajado considerablemente, y por ello a la hora de comprar un coche no han buscado uno bueno de una marca famosa ni cara, sino que han tirado por los coches de marcas menos conocidas que resultan mucho más baratos. Los coches del segmento "low-cost" tienen menos prestaciones y son más simples, por lo que se pueden permitir ser vendidos a un precio menor. Además, al estar fabricados en general en países como la India o Brasil, su coste de producción es menor, lo que ayuda a que el precio pueda ser más bajo.


Estos coches no suelen costar más de 15000 euros, lo que hace que un gran sector de la población los mire con buenos ojos a la hora de buscar un coche nuevo, ya sea el primero o para sustituir a otro estropeado sin remedio o viejo. El pasado año este tipo de automóviles abarcaron el 62% del mercado, costando entre 9500 y 15000 euros los más vendidos. Entre ellos se encuentran las marcas Seat, Citroen o Dacia, que son de las más baratas y ofrecen coches de bastante calidad para el precio que tienen. 

 Es una buena alternativa, incluso mejor que la de muchos coches de segunda mano, a veces carentes de garantías, y de procedencia y mantenimiento discutibles. Un estudio elaborado por la firma financiera Cetelem, dice que el 74 % de los conductores españoles se plantearon adquirir un vehículo “low-cost”. Esto explica que la industria siga empeñada en bajar los precios (se han reducido en un 15% en los últimos cinco años) y construir coches más pequeños.

A medida que pasa el tiempo, el segmento “low-cost”, cobra más fuerza, y los expertos afirman, que ha venido para quedarse.  A parte del automóvil, esta tendencia ha llegado también a los sectores del textil, la electrónica, el hogar… Los jóvenes de hoy en día, decoran sus casas con muebles de Ikea, llenan sus neveras de marcas blancas y viajan en vuelos low-cost. Las nuevas generaciones tienen unas limitaciones que les obligan a subsistir de forma parecida. Consumen de acuerdo a sus posibilidades y aceptan la oferta que mejor se acomoda a sus ingresos.
                         
Esta noticia tiene que ver con lo que hemos visto en clase sobre la oferta y la demanda. A causa de la crisis, la renta de la población bajó y esto hizo que (sobretodo) las empresas que fabrican coches crearan modelos más sencillos y asequibles, los llamados coches “low-cost”; para aquellas personas que no podían gastarse más de 10.000 o 15.000 euros en un automóvil. Al principio buscaban beneficios en los países más pobres (países del este de Europa, Sudamérica…), pero también tuvieron éxito en los países ricos porque la gente a la hora de comprar un coche, prefería uno con menos prestaciones y más barato, antes que uno de alta gama. Los empresarios fabrican productos a precios bajos, pero con menos calidad; y los consumidores los compran porque están de acuerdo con los precios. Esto provoca que se establezca un equilibrio, en el que todos salen ganando y quedan satisfechos con el resultado.


En mi opinión, está bien que las empresas grandes inviertan en este tipo de productos, porque así nos permite a la población de clase media comprar un coche más barato, decente y adecuado a nuestro uso; comer alimentos básicos y necesarios; adornar la casa a nuestro gusto; y disfrutar de las nuevas tecnologías, sin que afecte demasiado a nuestro bolsillo. 

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